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Pozalagua

La cueva se descubrió casualmente el 28 de diciembre (día de los Santos Inocentes) de 1957 debido a los trabajos de la cantera próxima que extraía dolomía. La explosión de una carga de dinamita abrió un agujero en la pared de la montaña, dejando al descubierto un mundo subterráneo fascinante. Ese agujero es hoy en día la puerta por la que entrarás a la Cueva.

Después del gran hallazgo, modificaron el lado de extracción de mineral (al lado opuesto) para dañar lo menos posible las formaciones de la cavidad, pero entre los años 1975 y 1976, el Ayuntamiento de Karrantza tomó la decisión de cerrar la cantera para salvaguardar la cueva.

Covalanas

La cueva de Covalanas es popularmente conocida como la cueva de las ciervas rojas. Se localiza en la ladera noreste del Monte Pando, encima de la cavidad de El Mirón. Esta última, utilizada como lugar de habitación durante, al menos, los últimos 45.000 años.

Fue descubierta en 1903 por el padre Lorenzo Sierra, en colaboración con Hermilio Alcalde del Río, dos figuras claves de la investigación arqueológica en Cantabria. Su descubrimiento se enmarca dentro de los orígenes de la ciencia prehistórica y más en concreto del arte paleolítico, al ser la segunda cavidad con arte paleolítico descubierta en toda la Cornisa cantábrica tras Altamira (en 1879).

La Cullalvera

La Cueva de Cullalvera, situada al pie del Monte Pando, forma parte de un complejo cárstico de 12 kilómetros de recorrido. En donde la acción del agua sobre la roca, con el tiempo han configurado una cavidad monumental.

Es una cavidad de grandes dimensiones como muestra su espectacular boca de entrada, con 14 m. de ancho por 28 m. de alto. De ésta emerge una fuerte y fresca corriente de aire que advierte al visitante de la cueva antes de ser visualizada. El entorno es un espacio mágico. Su boca está enmarcada por un frondoso encinar cantábrico de gran valor ecológico.

Su tránsito por el interior de la cueva está acondicionado para personas con movilidad reducida, a través de una pasarela de 400m. de desarrollo. La visita se inicia con un audiovisual, donde se explica al visitante los rasgos paisajísticos, patrimoniales, económicos y sociales de la comarca del Asón en general, y de Ramales de la Victoria en particular.

Neocueva Altamira

A la cueva de Altamira le corresponde el privilegio de ser el primer lugar en el mundo en el que se identificó la existencia del Arte Rupestre del Paleolítico superior. Altamira fue también un descubrimiento singular por la calidad, la magnífica conservación y la frescura de sus pigmentos. Su reconocimiento se postergó un cuarto de siglo, en una época en la que resultaba de difícil comprensión para una sociedad, la del siglo XIX, inmersa en rígidos postulados científicos.

La cavidad fue descubierta por un lugareño, Modesto Cubillas, hacia el año 1868. Acompañado por Cubillas, Marcelino Sanz de Sautuola visitó por primera vez la cueva en 1875 y reconoció algunas líneas que entonces no consideró obra humana.

En la Exposición Universal de París conoció de primera mano algunos objetos prehistóricos encontrados en cuevas del sur de Francia. Sautuola, que ya tenía una amplia formación en Ciencias Naturales y en Historia, regresó a España con una perspectiva renovada y decidido a emprender sus propios trabajos en las cuevas de Cantabria. Acompañado por su hija María volvió a Altamira en 1879. Será la niña la primera en ver las figuras en el techo de la cueva.

El Soplao

En 1978 concluyen ciento veinte años de industria extractiva de blenda y galena, que forjaron el actual paisaje de la Sierra de Arnero, continuidad de la cordillera de El Escudo, que separa la costa occidental de Cantabria de la Comarca del Saja y de Cabuérniga.

Es origen, igualmente, de cultura y tradiciones mineras en los pueblos de Valdáliga y de la Comarca del Nansa. En Bustriguado, en Labarces, en Rábago, en Bielba, en Roiz, en Celis, en Camijanes, en Cabanzón y en muchos otros pueblos del piedemonte de La Florida, es difícil no encontrar vecinos cuyos padres o abuelos no dejaran años de su vida laboral en las galerías mineras, hoy solitarias pero en las que perduran sus pisadas, sus palabras, sus ilusiones. También su trabajo y esfuerzo.

Fue descubierta por los mineros que, hacia 1908, perforaron la galería denominada «La Isidra», con entrada por «El Prao Collao» de Celis, flanqueado por los altos de El Táladro y del Pico Hugón y que tiene las vistas más maravillosas que podamos imaginar. En abanico, de oeste a sur, podemos ver la costa asturiana, la Sierra del Cuera, Peñamellera, el Naranjo de Bulnes y el Macizo Central de los Picos de Europa. A nuestro frente los collados de Hozalba y justo detrás Peñasagra. Al Sureste la Sierra del Cordel y el Pico Tres Mares.